Estimados Amigos de los árboles de nuestra Sierra,
Soy Manuel Moya, de Fuenteheridos, y quiero felicitaros por el blog, que me recomienda Carmen Castillo. Mi padre, agricultor de Fuenteheridos, ha dedicado su vida al cuidado de los árboles y por eso aplaudo vuestra iniciativa. Os hablaré sucintamente de mi padre, que vive todavía y que sigue queriendo a los árboles. No he conocido a nadie que los haya querido tanto y agradecido tanto su existencia. Un día fui a buscarlo al campo, cuando él ya tenía 70 años. Lo vi empujando trabajosamente un carrillo lleno de piedras. Le pregunté qué hacía, qué estaba haciendo. Lo que estaba haciendo era, nada más y nada menos, rellenar (empastar) los huecos de los viejos castaños con esas piedras y con la tierra que sacaba de los alrededores. Me dijo que eso lo hacía para que los castaños aguantasen mejor las embestidas del viento y los aguajes, para alargar, en suma, la vida de los castaños. A tí qué más te da, le respondí, tú tienes ya setenta años. Bueno, me dijo, las cosas no son así. Si el abuelo de mi abuelo hubiera pensado esto desde luego que no hubiera plantado o cuidado sus castaños. Yo he podido vivir del campo porque el abuelo de mi abuelo sembró y cuidó unos castaños que a él le iban a producir muy poco y sin embargo trabajó. Mi obligación es dejarles a los nietos de mis nietos las cosas como me las encontré, ni más ni menos. También, resumió, ellos tienen derecho a comer, como lo he tenido yo.
Os relato esta pequeña historia como ejemplo y como paliativo para quienes todo lo quieren aquí y ahora y son capaces de destruir todo cuanto se les ponga a su alcance, por conseguir un "pelotazo" ya pero ya. Hemos perdido el ritmo y el tiempo de las cosas importantes (el tiempo y el ritmo de la Naturaleza) y nos hemos convertido en extranjeros de nuestra propia casa, en gente de paso, cuando no en simples depre-dadores. Por eso os felicito y os aplaudo por la iniciativa del blog.
Yo también planto árboles. Árboles de la memoria, los llamo. Cuando voy a un lugar emblemático (la Alhambra, Silos, El Museo del Prado, la Mezquita Azul de Estambul, El capitolio o el Coliseo romano, el cementerio de Moguer o de Soria, donde están enterrados Juan Ramón o Machado, respectivamente, o el barranco de la Fuente Grande, en Alfacar, donde se dice que reposan los restos de Lorca...), me traigo semillas de distintos árboles y las siembro en mi terraza hasta que alcanzan la altura necesaria para plantarlos en mi huerta. Si entre los blogueros hay alguien interesado/a en alguno de estos árboles, le ruego se ponga en contacto conmigo y yo, gratuitamente, le proporcionaré alguno.
Un abrazo a todos
Manuel Moya
domingo, 24 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Me ha llamado mucho la atención la labor que hacía tu padre para proteger a los árboles del viento fuerte y del agua. Existen técnicas de restauración que se aplican a los árboles ornamentales cuando han perdido parte de la madera de sostén, en las que se utilizan otros materiales distintos pero que en la base es lo que hacía tu padre con las piedras y la tierra. Esta práctica seguro que se enseña de generación en generación. Y me resulta curioso por la sencillez y por usar materiales que se encuentran al lado de los árboles.
Publicar un comentario