A principios del siglo XX, los olmos eran una constante en prácticamente todos los pueblos y ciudades de Europa y Norte América. Estos olmos, junto con los muchos que vivían de forma silvestre en los bosques, constituían poblaciones de cientos de millones de árboles. Hoy en día casi todos ellos han desaparecido a consecuencia de la grafiosis, una enfermedad provocada por un hongo. Las antiguas poblaciones de olmos están al borde de la extinción, y la grafiosis se ha convertido en una de las enfermedades vegetales más devastadoras de las que tengamos noticia.
La grafiosis, que al parecer procede de Asia, se ha extendido por el mundo en dos grandes oleadas. La primera se inició a principios del siglo XX en el noroeste de Europa y la causó el hongo Ophiostoma ulmi. La segunda, mucho más virulenta, la provocó otra especie del mismo género llamada Ophiostoma novo-ulmi. Esta segunda pandemia se inició en los años 80 y todavía perdura. El hongo se dispersa adherido a la superficie de unos pequeños escarabajos (escolítidos) que excavan galerías bajo la corteza de los olmos. Esta asociación de hongo y escolítidos resulta muy eficiente y hace que la enfermedad se expanda de forma casi imparable. A pesar de ello, en todos los países civilizados afectados se han puesto en marcha programas de investigación y actuación para intentar frenar la expansión de la enfermedad. Una iniciativa para divulgar el valor patrimonial de los olmos, puesta en marcha por el Ministerio de Medio Ambiente se puede ver en la página web de “Los últimos olmos ibéricos”. Si queréis saber más sobre este tema os recomendamos el programa emitido recientemente en "La Aventura del Saber" de tve (pulsa aquí).
La grafiosis también ha llegado a la Sierra y ha acabado con muchos de nuestros olmos. Ya en los años 70 se detectaron en nuestra comarca los primeros casos de árboles infectados por O. novo-ulmi, la especie más virulenta. Todavía hoy se siguen registrando casos. De hecho, este verano parece haber sido especialmente propicio a la enfermedad en nuestra comarca. Basta recorrer la carretera N-433 entre Aracena y Valdezufre para comprobar que muchos de los olmos pumila asilvestrados que crecen en los márgenes de la carretera empiezan a presentar los síntomas típicos de la enfermedad o están ya totalmente secos (Pulsa aquí para ver algunas imágenes).
Por suerte, y a pesar de los pesares, todavía quedan algunos olmos singulares en nuestra comarca. Por desgracia, la mayoría de ellos se encuentran en un estado de abandono lamentable, cuando no son directamente agredidos por las autoridades responsables. Varios casos hemos recogido ya en las páginas de este blog. A continuación presentamos algunos más.
1 comentario:
Genial como siempre Rafa, un artículo muy interesante. Jesús
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